Sam Wolfe Connelly (1988) es un joven artista residido en Nueva York. Vía Abduzeedo confiesa que su interés por el arte visual comenzó después de ver el trabajo de Sam Weber, lo que también motivó al ilustrador a comenzar una carrera en el Illustration at the Savannah College of Art and Design en Georgia, donde se graduó en 2011.
Incluso antes de haber concluido sus estudios, Wolfe Connelly ya había colaborado con marcas como Playboy Magazine, Hasbro, Night Shade Books, Plan Adviser Magazine, Evil Ink Comics, entre otras.

En su obra retrata escenas que sugieren un sin fin de pesadillas a través de relatos sobre la oscuridad, el terror, lo insólito, el misterio, humanos animalizados, casas abandonadas o personas posesionadas. Con ello llena los espacios cotidianos y naturales con lo sobrenatural. Los escenarios de sus obras comúnmente son el bosque o el interior de una casa que parece habitada por algún espectro. En pocas palabras, su arte es poesía siniestra.


Wolfe Connelly controla la textura y el color para echar luz y sombra en los resquicios precisos. Con su técnica del grafito oculta a la vez que vislumbra; oculta qué más hay escondido en el paisaje inaccesible mientras que despeja algo que anteriormente ocultaba la sombra. La colocación de sus tonos más claros sirven como una linterna que sujetara un valiente explorador de la noche para alumbrar el hallazgo de lo desconocido.


En definitiva, Wolfe Connelly nos reta con la percepción de lo sublime de las pesadillas y del horror. Nos incita a imaginar lo que hay detrás de un rostro con sombra saturado, sus obras parecen un círculo abierto que el espectador completa. Sólo hay que ver su portafolio para darse cuenta de que más de una pieza puede mover los hilos más escondidos de nuestro espanto. Quizá lo que propone el artista es mirar desde el hallazgo, pues nos coloca en el lugar de quien encuentra algo que no quería ver.


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