Enrique Metinides, «El Niño», es un fotógrafo mexicano famoso por su trabajo periodístico en nota roja. Fotografió de 1949 a 1979 incidentes policíacos, desastres o accidentes viales, para tabloides.
No siempre se puede apreciar un trabajo cinematográfico sobre personajes con estas características, puesto que su trabajo le parece a varios grotesco, violento y poco sensible. Así, el olvido por parte de aquellos que critican, lo va haciendo a un lado, dejando en silencio y apartando de los reflectores; pero en la propuesta del documental El hombre que vio demasiado, podemos ver una apreciación y reconocimiento a la labor de este fotógrafo.
El largometraje muestra a un periodista que no se llama así mismo periodista, ya que él solo captura momentos que llaman su atención. Un hombre que ha visto la muerte muy de cerca y que ha platicado con ella en sueños, en visiones.
Nos narra la vida y obra de este gran retratista de tragedias citadinas, muertes, accidentes, infortunios, desastres y desesperanza que trae consigo el periodismo de nota roja.
Una historia con miles de pasajes oscuros, con sonidos de ambulancias y con olor a pavimento; de madrugadas acompañadas por bomberos, policías y peritos, fieles espectadores de esta sordidez que narran las tragedias en la Ciudad de México.
De alguna forma, es un cronista oscuro que con su lente capta los momentos precisos de miles de accidentes, precisos por su intención dramática, por sus composiciones y por su forma de ver; un ojo educado que puede vislumbrar las formas y los colores que utiliza como herramientas para desarrollar su morbo, su pasión por la muerte, por entenderla quizás, por (vaya contradicción) vivirla.
El hombre que vio demasiado es directo y común en su narrativa visual, pero no por ello menos interesante, ya que la figura del personaje que retrata nos sostiene la película todo el tiempo.
Metinides nos habla de sus múltiples manías y aficiones, de sus obsesiones y del cómo fueron éstas las que lo llevaron a dedicarle su vida a la fotografía de nota roja.
Poco a poco nos vamos encontrando con un hombre que meticulosamente vive en un departamento lleno de recuerdos, de pequeñas historias cosificadas en colecciones de juguetes, de álbumes llenos de recortes sobre tragedias alrededor del mundo, de instantes que él no pudo retratar por la distancia, pero que con religiosa manía guarda en archivos.
Instantes que lo hacen sentirse vivo, parte de la labor del fotógrafo, parte de la aventura. Se nos presentan varios testimonios, narrándonos su experiencia al conocer la obra de Metinides; personas que han quedado asombrados por la calidad técnica y discursiva de este hombre que ha visto demasiado.
Hombres de la talla de Michael Nymann, gran compositor que musicaliza emociones y pasajes cinematográficos, o Dan Gilroy, director de Nightcrawler (E.U.A, 2014), cinta que retrata la vida de un reportero que cubre accidentes y tragedias en las calles de Los Ángeles; algo muy parecido a lo que Metinides hace en su día a día en la vertiginosa Ciudad de México.
Así pues, el documental de Trisha Ziff es una recopilación de instantes que el fotógrafo va recreando a cuadro, con una memoria precisa, con recuerdos lúcidos, con retratos que quedaron como vestigio de la crueldad, de la curiosidad, del morbo, de la tristeza y del azar.
Los protagonistas clave, según el propio Metinides, son los espectadores, los testigos visuales de cada trágico evento. Es la propia sociedad la que siempre aparece retratada por el fotógrafo, que los ve mirando a la cámara, buscando la oportunidad de ser fotografiados junto a los cuerpos sin vida.
Por lo anterior, es muy difícil no sentir cierta fascinación por las fotografías que conforman la obra de Metinides, ya que son instantes que presumen una sensibilidad única y una labor comprometida.
El documental fue lanzado en 2015 y presentado en varios festivales como el Docs MX, así como en varias salas de cine de la Ciudad de México. Actualmente se puede comprar en formato Blu-ray /DVD / DCP, en español e inglés.
Por Joshua Chacon Vega
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