El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, fue publicado por primera vez hace 71 años; desde su lanzamiento, la obra ha cautivado a millones de lectores alrededor del mundo.

Una simple historia que deleita los inocentes corazones tanto de los niños, como de los adultos; con ilustraciones, las cuales no muchos saben, fueron creadas por el mismo Antoine, que ayudan a generar ese viaje emocional.

Un conjunto de los bocetos originales fue descubierto almacenado en Winterthur, una ciudad en el norte de Suiza. Pertenecían a Bruno Stefanini, quien los había comprado en una subasta en 1986.

Los delicados trazos y acuarelas, tachones y manchas de café, que se pueden apreciar en las páginas originales, explican por sí solos el porqué son el corazón de la obra.

La vida del autor vista dentro de su obra
Gracias a este hallazgo, nos podemos percatar de lo que era la vida de Saint-Exupéry, y encontrar similitudes bastante curiosas entre él y el relato de El Principito.

Mientras recogía información para la inteligencia sobre los movimientos de las tropas alemanas en el valle de Ródano, desapareció; en esos momentos tenía 44 años…El Principito vio desde su planeta 44 veces el atardecer.

Un claro ejemplo puede ser que este autor fue un apasionado aviador (del correo postal, del ejército y como deportista); en 1944, él se encontraba en una misión de reconocimiento en las filas de las Fuerzas francesas.

Otra también podría ser la interpretación de que la famosa rosa de El Principito: la representación de Consuelo Suncín, esposa de Antoine, y las características de la difícil relación de estos personajes se debe al complicado matrimonio que ambos sostenían.

Así pues, el estilo y estado de las ilustraciones nos hablan de las distintas épocas del autor; nos habla de cómo un Antoine de Saint-Exupéry pudo realizar una obra universal por la que, según parece, el tiempo no pasa ni hace estragos.



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