Las dos figuras que aparecen en la portada son Bouba y Kiki; el 95% de las personas tienen la misma respuesta para cuando se les pregunta quién es quién o cuál es cuál.
Este interesante descubrimiento se remonta hasta hace 90 años, cuando el psicólogo Wolfgang Köhler hizo el mismo experimento, pero con los nombres Takete y Maluma; el resultado fue: la redondeada la nombraron Maluma y la puntiaguda, Takete.
En 2001, Vilayanur S. Ramachandran y Edward Hubbar volvieron a hacerlo, pero ahora con los nombres Bouba y Kiki, en el cual la más redonda termina siendo nombrada Bouba y la puntiaguda Kiki.
El origen de esta conexión
Ramachandran y Hubbard especulan en sus trabajos que esta coincidencia podría deberse a las conexiones entre las áreas sensoriales y motoras de nuestro cerebro, como la forma en la que ponemos nuestros labios para nombrar ciertos objetos y la idea que nos hacemos de los mismos: Kiki requiere un paladar alto y Bouba una boca más bien redondeada.
En general, las consonantes oclusivas (d, ch, g, j, k, p, t) se asocian con formas picudas, y las consonantes (b, f, h, m, n, s, v, z) con formas redondeadas. Así pues, la asignación de nombres a objetos no es completamente al azar, e incluso los que se les asignan hasta a platillos de comida, tienen su sentido de ser y el por qué unos son más populares que otros.
Un claro ejemplo es el del chef británico Heston Blumenthal para su galardonado restaurante The Fat Duck; que al momento de cambiar el nombre de una de sus propuestas, pasando de “helado de cangrejo” a “bizcochito de cangrejo congelado”, logró aumentar las ventas de este plato, consiguiendo que lo percibieran más dulce que cuando se llamaba helado.
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